Cap.21: Un milagro.

Happy Birthday my Kidrauhl.

-¿Jake?-casi gritó.

-Sí, Jake.

-¿Y que hace aquí Jake?

-Esta de reuniones de trabajo y esas cosas...

-Joder, pues anda que avisas. Me encantaría verle.

-Es algo malo que esté aquí.-solté. Ni siquiera sé porque lo hice.

-¿Por qué es malo?

-Justin cree que puede haber algo entre nosotros.

-¿Es tonto?

-Un poco, pero él está allí con Rebecca. Y esa idea me asusta.

-Sabes perfectamente que Justin no va a hacer nada con esa.-dijo con desprecio.

-Pero tía, si él cree que yo hago algo con Jake, ¿no lo hará él para vengarse?

-Alto, alto, alto...-suspiró para tranquilizarse.-¿A caso no conoces a tu marido?

-Sí, pero...-ella me interrumpió.

-Pero nada. Nada de peros, joder. Sabes que él no va a hacer nada. Lo sabes perfectamente, Justin no sería capaz. Parece que no lo conozcas...-sonó como despreciándome.

-Tranquila, lo siento.

-Perdón si he sonado algo bruta, pero es que no me puedes estar diciendo que dudas de él. No puedes decírmelo.

-Pero es que está lejos, no lo tengo aquí conmigo y yo no puedo controlarle.-las lagrimas asomaban por mis vidriosos y cansados ojos.

-_________ tranquila, él no va a hacer nada. Fuiste como un milagro para Justin. No va a dejarte escapar por un simple viaje, por Jake o por Rebecca. Eso quitatelo de la cabeza.

-Vale.-murmuré mientras que derramaba lágrimas pesadas.

-¿Podemos verle?-preguntó.

-¿Verle? ¿A quien?-extrañé.

-Si podemos ver a Jake, lo digo porque hace tiempo que no le vemos y no sé...

-¿Quieres adivinar que trata conmigo, no?

-Me has pillado.-rió.-Simplemente quiero ver como te mira, así podré saber si está aquí por algo más o simplemente de amistad, ¿te parece bien?

-Sí, porque no.-dije seca y cortante.

-Vale, pues ya me dirás que día podemos quedar.-dijo pícara.

-Hoy no, porque hoy me voy a quedar en casa, mañana quizás podamos quedar...

-Me va bien.-pensó en voz alta.-Mañana, ¿si?

-Si.-asentí.

-Te dejo ya, que la enana esta se esta despertando. Adiós ______.-explicó y colgó el teléfono.

Fue un largo día en el cual no hice gran cosa. Estuve arreglando varios desordenes de casa, viendo la televisión y durmiendo. En ocasiones no tenía ganas ni de levantarme. Ahora que tenía ordenes estrictas del médico, Kareen, de no poder ir a trabajar ni a la academia, era todo muy aburrido. Los días se pasaban lentos y pausados. Los relojes parecían que nunca se movían, que permanecían congelados. El viento no susurraba cosa alguna y los pájaros no cantaban. Todo estaba helado en un letargo de días sin sentido.

Decidí levantarme del sofá. Necesitaba un poco de actividad en la sangre, así que me vestí para salir. Me puse unos pantalones largos de color marrón, una camiseta beige básica y un jersey de punto con agujeros también de color marrón, pero esta vez un poco más claro.

Me puse unas botas, cogí un bolso y me marché de mi casa con ganas de ir a algún sitio.

Sabia que Kareen me lo había prohibido pero tenía ganas de ir a la academia en la cual trabajaba a veces, para poder ver a mis niños.

Había días que iba a una academia de baile en Stratford a enseñar a críos de varias edades. Kareen me había dicho que no podía ir porque debía mantenerme en reposo, pero es que estaba harta ya de quedarme en casa siempre. Necesitaba salir, estar con ellos, oírles reír, verles intentar bailar los pasos que les exigía. Echaba de menos la actividad de la vida misma.

Cogí el coche y me dirigí al centro de Stratford. Cuando llegué a la calle 9 que empalmaba con la calle central, aparqué y deposité el coche en uno de los pocos sitios vacíos que quedaban. Salí del coche con ganas de verles. Dios, como les echaba de menos.

Me dirigí a la academia de baile 'Stratford Dancers'. Entré y vi a Micaela. Era una rubia alta con los ojos azules y una melena rizada. Sí, era tipo Barbie. Mucha gente al verla así, la juzgaban y pensaban que era la típica malcriada y egocéntrica chica de ciudad a la que solo le importaba las tiendas y buscar a un marido rico que la amonestara. Pero Micaela nunca había sido así. En su infancia lo había pasado mal, muy mal. Su familia era de un pequeño pueblo del norte de Canadá, donde los inviernos son demasiado largos y helados, donde el Sol es perezoso en salir y donde es difícil vivir. Tenía tres hermanos y ella tuvo que dejar de estudiar para ponerse a trabajar cuando sólo tenía los dieciocho cumplidos. Pero siempre estaba sonriendo, pasara lo que pasara esa sonrisa es su cara nunca desaparecía.

Esa mañana iba realmente preciosa y su sonrisa era mucho más ancha y alargada de lo habitual.

Tenía curiosidad por saber el porqué de esa tan bonita sonrisa, así que le pregunté.-Micaela, ¿y esa sonrisa?

Ella alzó su mirada y dejó de mirar la pantalla para mirarme a mi. Sonrió aún más por mi pregunta.-Me han dado una beca.

-¿Una beca?-pregunté entusiasmada.

-Sí.-estaba a punto de llorar de alegría.- Por fin la he conseguido.-anunció gritando mientras que las lágrimas se iban desbordando por sus mejillas.

La abracé fuerte.-Dios, me alegro mucho. ¿Que digo? Muchísimo.-una bocanada de aire inundó mis pulmones.-Te lo mereces tantísimo. Por fin todo este tiempo te ha servido para algo...

-Joder, tenía miedo que tanto estudiar no sirviera para nada. Por fin me voy de aquí. Lejos, muy lejos.

-Dime, ¿donde te vas?-le pregunté separándome de ella.

-La beca es para Nueva York.-me dijo con la sonrisa más ancha que jamás le había visto.

-Pues espero que arrases con todos en Nueva York y que te comas el mundo.-le sonreí y le volví a abrazar.-Ya sabes, si necesitas algún tipo de ayuda, me la pides ¿si?

Siempre se lo había dicho, la ayudaría cuando lo necesitara, pero nunca me lo pedía. Había estado trabajando en esta academia muchísimo tiempo, enviaba dinero a su familia y se pagaba unos estudios por la noche que eran bastante caros. Y ahora, por fin, había podido conseguir una beca para irse a Nueva York; su sueño, su gran sueño.

-Sabes que no quiero que nadie me ayude.-me dijo.

-Pero, ¿por qué? Yo podría ayudarte y no sé...-me interrumpió.

-No es que no se lo agradezca, pero no quiero que nadie tenga que pringar ayudándome y esas cosas, prefiero esforzarme más y conseguirlo por mi misma, a que ya me lo den masticado. Pero igualmente gracias.-me agradeció.

-Como quieras.-le sonreí.-Bueno, me voy a ver a los enanos estos.

Micaela rió y yo entré para dentro de una de las clases. Mi clase estaba bailando a las ordenes de la chica que me substituía. Sarah fue la primera en darse cuenta de que había entrado.

-¿__________?-paró de bailar.

Esta clase era una de mis clases de críos más pequeños. Tendrían entre seis a ocho años.

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Hoy ha cumplido año mi niño, mi inspiración, mi Kidrauhl, no, nuestro niño, nuestra inspiración, nuestro Kidrauhl. Hoy va a pasar de ser una persona considerada 'menor' a una persona considerada legalmente 'mayor de edad' Bueno, puede parecer una tonteria pero los 18 añazos que ha cumplido hoy no lo son. Son 18 años que lleva respirando, que su corazón esta latiendo, una vida entera y lo que le queda. ¿Y sabeis qué? Yo sé que voy a estar aquí sabiendo que respira, que le late el corazón, que canta, que baila, que sonría, que se sonroja, que se va envejeciendo, que cumple su sueño día tras día, que nunca se rinde. Yo sé, que pese a la distancia y los años, él siempre va a ser esa persona que me ha ilusionado con sus canciones y sus videos, con sus sonrisas y sus lágrimas, con todo lo relacionado con él. No pude disfrutar de otros cumpleaños al lado suyo, porque era demasiado tonta para darme cuenta de la persona que despreciaba, ignoraba y incluso insultaba-no me siento orgullosa de ello- es la persona que por el simple hecho de su existencia me iba a hacer la persona más afortunada de la tierra, que me relagaria cada una de mis sonrisa y a la vez cada una de las verdaderas razones por las que llorar. Él sigue siendo el mismo, pese el tiempo, pese los años, él siempre seguirá siendo ese niño. Y aunque se descarrile y se pierda en un mundo, a veces, demasiado difícil en el que sobrevivir, sé que siempre me tendrá, aunque ni siquiera me conozca, yo siempre estaré ahí para apoyarle, para tener plena fe y confianza en su persona y para ayudarle en todo lo que necesite. Él me regala cada día una sonrisa, y yo estoy en deuda con él, así de simple, así de fácil y solamente por ese hecho sé que estaré aquí pase lo que pase. Belieber-No des de siempre, pero si para siempre.

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